Mariela es docente de primer grado en la Escuela Primaria Nro 50 del Municipio de Tigre. Y participó varias veces del taller “Comamos rico y sano”, que Fundación Educacional implementó desde 2013 en todos los primeros grados de las escuelas de gestión estatal de ese municipio.
El taller, que llegó a las escuelas gracias al trabajo articulado con el sector público, comenzó con una presentación audiovisual e interactiva mediante la cual se presentan temas de alimentación y de hábitos saludables en un lenguaje sencillo, de fácil comprensión para los chicos. Luego, en un segundo momento, ellos pusieron en práctica lo aprendido a través de una actividad didáctica. Así, aprendieron jugando y haciendo.
Cuando finalizó el taller, Fundación Educacional entregó un póster a cada grado; un recetario con recomendaciones a cada alumno, para que los mensajes de salud llegaran a sus casas, y un cuadernillo con información y recursos a cada docente, para que pudieran retomar la temática de alimentación y hábitos saludables nuevamente en el aula. De esta manera, se dejó capacidad instalada y se replicaron los mensajes de salud tanto en el hogar como en la escuela.
Hace dos años, al finalizar el taller, Mariela recibió su cuadernillo y sus alumnos llevaron las recomendaciones a sus casas. Uno de ellos, de quien no sabemos el nombre pero que llamaremos Juan, también llevó esa información a su casa.
Juan, con tan sólo 6 años, padecía obesidad, una enfermedad que ya se ha convertido en una verdadera pandemia que crece a un ritmo alarmante a nivel global, y que en nuestro país afecta a dos de cada 10 chicos en edad escolar. El problema no está sólo en el exceso de peso sino, además, en las enfermedades relacionadas como diabetes, hipertensión y colesterol alto, que se manifiestan a edades cada vez más tempranas.
Fue a partir de “Comamos rico y sano” que Juan tomó conciencia y, por primera vez, tal como cuenta su maestra, “se tomó en serio su alimentación”.
Aquel día, Juan llegó a su casa y le contó a su mamá todo lo que había aprendido en la escuela. Y comenzó a cuidarse en sus comidas. Empezó a caminar un poco todos los días. Decidió reducir la cantidad de golosinas que comía en los recreos. Fue, poco a poco, cambiando sus hábitos por otros más saludables.
“Sus mismos compañeros, al ver los cambios que él hacía, lo acompañaban. Si veían que iba a “desviarse” del camino, lo alentaban a cuidarse y le resaltaban lo bien que ahora se veía: ya se le notaba el cuello, que antes no era así. Ahora podía jugar al igual que sus compañeros, mientras que antes no solía participar de los juegos”, agrega Mariela.
Ahora Juan está en tercer grado y su seño de primero lo ve en los recreos. “Sigue haciendo deportes y actividades extraescolares en los polideportivos”, agrega.
Juan se tomó en serio su salud y entendió que con pequeños cambios podemos lograr una vida más saludable. Como Juan, otros 11.344 alumnos participaron del taller “Comamos rico y sano”. Si cada uno de ellos hace un pequeño cambio… ¿cuánto podrá impactar sus vidas y sus hogares?
Juan nos enseñó que entre todos, escuela, docentes, alumnos y familia, podemos construir más salud. Sólo hay que decidirse y actuar.
Podés ver el video con el testimonio de Mariela y de Juan haciendo clic aquí.