El lunes 21 de octubre, la Secretaría de Gobierno de Salud dio a conocer el informe definitivo de la 4ta Encuesta de Factores de Riesgo (4ENFR).
La 4ENFR se realizó en conjunto con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) durante el 2018 en localidades de todo el país y se recabaron respuestas de más de 29.000 participantes. Fue la primera vez que se realizaron mediciones físicas en los hogares.
Los datos preliminares se habían presentado en abril de este año y ahora se publicaron los datos completos.
El problema
Las denominadas Enfermedades No Transmisibles (ENT), como las cardio y las cerebrovasculares, el cáncer, la diabetes y las enfermedades respiratorias crónicas, constituyen una epidemia global y representan la principal amenaza para la salud humana.
Los principales factores de riesgo de estas ENT son:
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el consumo de tabaco y la exposición al humo de tabaco ajeno
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la alimentación inadecuada
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la inactividad física
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el uso nocivo de alcohol.
“todos ellos responden a comportamientos personales y sociales principalmente adquiridos en la infancia y en la adolescencia e influenciados por los entornos donde vivimos y por la alta disponibilidad y promoción de productos nocivos para la salud (tabaco, alcohol y alimentos y bebidas no saludables altos en azúcar, grasa y sal)”
Es decir que los factores de riesgo son modificables y prevenibles.
Qué hacer
En el marco de la “Estrategia nacional de prevención y control de enfermedades crónicas no transmisibles”, que implementa desde el 2009 la Dirección Nacional de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades Crónicas No Transmisibles (DNPSyCECNT), del Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación, se busca reducir los factores de riesgo y las muertes y discapacidad por ENT, así como mejorar el acceso y la calidad de los servicios de salud.
Entre las acciones que enumera esta inciativa está presente el desarrollo de “estrategias comunicacionales y educativas con el fin de instalar las ENT y sus factores de riesgo en la agenda pública y en la comunidad”
Conocer los datos del problema permite concientizarnos acerca de la importancia de actuar.
La Educación Alimentaria y Nutricional es una herramienta clave para expandir conocimientos y motivar a las personas a ponerse en acción y cambiar de conducta.
Y por eso es importante comenzar desde edades tempranas, para construir hábitos y entornos que nos acerquen de la salud y disminuyan los factores de riesgo.