En realidad, siempre estamos a tiempo, de todas maneras cuanto antes se incorporen hábitos saludables de alimentación y de vida, ¡mejor!
Los especialistas afirman que:
cuanto más temprano los niños se apropian de actitudes, valores y pautas de conducta que contribuyen al cuidado de su salud y del entorno, hay mayores posibilidades de que estos hábitos se sostengan durante la etapa adulta.
Los hábitos son actitudes, conductas y acciones que al repetirlas se convierten en nuestra forma de hacer las cosas y van consolidando estilos de vida que pueden influir de manera favorable o poner en riesgo nuestra salud y bienestar.
Por eso, es importante distinguir entre hábitos que nos acercan y hábitos que nos alejan de una vida plena y saludable. Entre los 3 y los 5 años es una etapa ideal para promover hábitos que acerquen a los chicos a la salud.
Los niños en edad preescolar cambian notablemente su alimentación. De iniciarse como receptores pasivos de los alimentos pasan a una fase exploratoria de la comida, que es regulada por los padres, y a empezar a asumir el control de lo que comen. Y en esta transición es donde se moldean las pautas, conductas y hábitos de alimentación.
Además, los niños en edad preescolar comienzan a realizar ciertas actividades con autonomía y adquieren habilidades de coordinación, aprendizaje, ampliación del lenguaje, etc. que pueden fomentarse a la hora de sentarse a la mesa.
La transmisión de hábitos alimentarios saludables ocurre en el seno de las familias y en los espacios educativos. Es por ello que las ideas y valores que sostienen los padres y otros adultos significativos sobre las prácticas culturales, los hábitos de vida y las pautas de comportamiento social orientan las formas de intercambio con los niños.
Podemos empezar por casa, con nuestro ejemplo. Promovemos hábitos saludables cuando tomamos agua en vez de bebidas azucaradas, comemos frutas como postre y como colación, sumamos verduras a las comidas, preparar comida casera, nos mantenemos activos. ¡Los chicos copian lo que ven!
Los investigadores han demostrado que la comida en familia se asocia con un mayor consumo de frutas, verduras, cereales y productos ricos en calcio y a una menor ingesta de alimentos fritos y gaseosas. Además, genera un ámbito favorable para probar nuevos alimentos y sabores.
Los especialistas sugieren, en la medida de lo posible, involucrar a los chicos en la elección, la compra y la preparación de los alimentos. Así se los invita a tomar un rol más activo en su alimentación y en el cuidado de sí mismos.
Desde Fundación Educacional desarrollamos e implementamos acciones educativas para los primeros años de vida, de manera que los hábitos saludables estén presentes desde el inicio!